The Killing ha sido una serie
dura de matar. Al término de su segunda temporada no se renovó para una
tercera, pero gracias a unos acuerdines
de AMC con Netfilx, se le dio luz verde a una nueva historia de crímenes.
Lamentablemente, las audiencias no la acompañaron, bajando de 2,7 millones en
su primer año (2011) a 1,5 en el último capítulo de 2013.
Los fans se hicieron escuchar y
mostraron su descontento con los “falsos culpables” que iban apareciendo a
medida que avanzaba la trama. Siempre que surgía un nuevo sospechoso del
asesinato de turno, ya se intuía que ese personaje no era el que los detectives
buscaban, ya que el correcto sólo sería develado al final de la temporada. Si
no hubiese sido por los maravillosos cliffhanger de la serie, yo por lo menos
la abría olvidado de una semana a otra. (Bueno exagerando, no tanto).
The Killing fue el remake de la serie danesa Forbrydelsen que originalmente sólo tenía una temporada,
pero la versión gringa la alargo para dos. No me imagino que habría significado
esperar un año para saber quién finalmente
había sido el asesino de Rosie Larsen (Katie
Findlay), porque, afortunadamente, yo vi ambas temporadas en maratón por
Netfilx. Pero si sé que la tercera temporada con nueva trama, no llenó mis
expectativas.
Personalmente, encontré que la
historia tenía muchos rellenos y sustancialmente la trama era pobre. Además, me desilusionó la identidad de quien fuera el
asesino de la última entrega televisiva: ¡¿es que no podrían haber escogido un
personaje más aburrido?! No contaré
quién fue para no funar a los que aún
no lo saben.
Lo que rescato (porque sí, no
todo fue malo) es el personaje de Bullet. Me pareció una buena actuación de Bex Taylor-Klaus.
De la mano de ella, conocimos la realidad de las adolescentes que viven
en las calles y la prostitución infantil. Además, Bullet le sumó puntos a Holder.
Mantuvieron una relación que contribuyó al desarrollo emocional del detective y
fue agradable verlos en pantalla juntos.
También la escena de la ejecución
de Ray Seward (Peter Sarsgaard) fue
impactante, cruda. Mostró lo justo y necesario para no caer en el morbo. Yo,
incluso, terminé reflexionando lo horrible que era la existencia de la pena de
muerte en el siglo XXI (muy profundo, ¿no?).
The Killing fue buenísima mientras
se mantuvo como una copia de la original, cuando empezó con aires propios, se
fue todo a las pailas y con eso le
decimos adiós y muchas gracias a Linen y Holden.