Cuando se estrenó Grey’s Antonamy era una serie de drama,
pero con momentos agradable y entrañables. Con el tiempo empezó a ser cada vez
más una teleserie venezolana y continuó siendo lo más trágico que he visto nunca
antes en televisión junto con Candy Candy.
Lo último que supe de este ulta-drama-médico fue que Sandra Oh , que interpreta a Cristina
Yang, anunció que
dejaba la serie al final de la décima temporada. Y lo que leí fue lo siguiente:
“En los nueve años que lleva la serie, la sarcástica doctora ha pasado por dos
abortos, fue dejada en el altar por Preston Burke, sobrevivió un accidente de
avión, una balacera en su lugar de trabajo, una estaca de hielo que casi la
mata, un cambio de hospital, un matrimonio y divorcio con Owen, entre varios
dramas más…” (link
nota original).
Cuando lees algo así y miras tu pasado televisivo, debes
reflexionar si tienes algún síndrome masoquista para haber visto tantos años un
programa de televisión como este. Y está bien, han pasado 10 años desde que Anatomía
de Grey se estrenó y ni la vida real o la de ficción son estáticas, pero la
verdad es que no conozco a nadie tan yeta
como para que le hayan pasado tanta cosas terribles.
Cristina Yang es una representación de lo que son en general
los personajes de esta serie y como han sido sus tramas año tras año. Grey’s Anatomy se debió haber acabado hace harto
tiempo atrás, su fórmula está desgastada y la calidad de la serie y sus actores
han decaído. Esto último también me hace sufrir, esta serie era una de mis
favoritas. Pero me di cuenta de que estaba viéndola por obligación más que por
gusto, pues llevaba tantos años siguiéndola que era casi una costumbre y les
tenía cariño a varios de sus personajes. Igual no hay mal que por bien no venga:
ya que han matado a alguno de mis favoritos y otros dejan la serie, me ha dado menos
complejo de culpa abandonarla.