Estamos en la tercera temporada de Homeland y como ha sido la
tónica de esta serie de Showtime, el trastorno bipolar de Carrie Mathison (Claire
Dane), es tema.
Si bien, en algún momento, concebí que era interesante
recrear un personaje que viviera con esta condición y fuera capaz de hacer frente
a su vida, ahora creo que la serie se estanca recreando los estigmas de la
enfermedad y deja a Carrie como la peor representante de la
enfermedad.
Así, Carrie es la paciente
más porfiada que de la tv: la hemos visto nuevamente votar sus medicamentos por
el retrete, sin haber aprendido nada de su experiencia pasada. ¿Por qué ha
vuelto a hacerlo? Mi teoría es que Carrie siente que su responsabilidad como
agente de la CIA es mayor que el respeto por su integridad física y mental…o quizás…es claramente tonta.
Esta situación me parece una traición de parte de los
escritores de la serie para con el personaje de Claire Danes, pues pese a todo,
Carrie es inteligente, fuerte y ha sabido sobreponerse una y otra vez a su
enfermedad. Por qué no avanzar la trama haciéndola evolucionar como paciente y mostrar
que su enfermedad y el tratamiento para ella, lejos de impedirle realizar su
trabajo, la han fortalecido como persona y profesional.
Y bueno, está bien, esto es televisión y Homeland es ficción
y no realidad, pero me quedo con la sensación amarga de que los escritores de esta
serie se perdieron la oportunidad de hacer un show que no sólo entretuviera,
si no que también aportara a dejar de lados los estigmas de una enfermedad
mental por la cual muchos son discriminados.